El tomador del seguro hace referencia al contratante de una póliza de seguros, es decir, la persona que estipula un contrato y que lo firma. Con la firma, el tomador adquiere una serie de obligaciones y responsabilidades dentro de las que se encuentran el pago de la prima de dicha póliza.
Cuando el tomador paga la prima, entonces adquiere el derecho de designar un beneficiario. La peculiaridad en el ámbito de los seguros es que el tomador y el asegurado pueden ser personas distintas. Por ejemplo, cuando es una empresa quien contrata una póliza de seguro para sus empleados, se dice que la empresa es el tomador y el trabajador es el asegurado. Cuando esto sucede, las obligaciones derivadas de la póliza se aplican directamente a la persona que suscribe el contrato, salvo casos en concreto.
Los derechos que se derivan de un contrato de seguro se aplican directamente al asegurado o al beneficiario. En la mayoría de los casos, tomador y asegurado son la misma persona, pues quien contrata el seguro es quien firma el contrato y, a la vez, quien asegura un bien (por ejemplo, en los seguros de vida). Por otra parte, los beneficiarios son las personas designadas por el tomador o el asegurado para recibir una indemnización, por ejemplo, en caso de muerte del asegurado.
Cuando el asegurado no designa beneficiarios y muere, el capital asegurado pasa a formar parte de la herencia del asegurado y esta se reparte entre sus herederos.
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